Wednesday, April 04, 2007

El Fuego y la Mariposa

Ella suele sentarse frente a los sauces, de noche, la brisa mueve los delicados rizos sobre su frente, mueve sus alas de seda, recién adquiridas. No se hace mucho se volvió al capullo y las tejió. Sin embargo, la comunidad, el bosque, los demás, nada era lo que pensaba. El volverse alada, el subir a las ramas más altas no fue lo que soñaba antes del capullo. Por eso venía aquí, el lago, la luna, la brisa y ninguno queriendo beber sus flores, ninguno hablando de cosas que sólo eran nadería.

Una vez vio caer una ráfaga de luz desde los árboles, una noche de suave lluvia. Detrás del lago, un as de luz, inmensa, azul, y en medio de todo, el fuego. Esa inquietante figura danzante entre fatuo y temible. Pero luego de la venida de la luz, un estruendo del cielo dejó caer lluvia y viento, llevándose al visitante dorado del cielo.

Esa noche, desde su especial perspectiva vio lo más increíble que pudo ver, entre todas las criaturas que saben cantar y que pueden contar el ayer, nadie vio jamás fuego en el cielo, una rasgadura en la cúpula azul de la noche. Opacando incluso a la señora blanca, vio caer una estrella, a gran velocidad, tras la meseta entre el lago y el monte. Era una vasta distancia, no sabía cuanto, pero incluso volando era un viaje hacia lo desconocido. El estruendo fue mayor que la cascada, mayor que todos los gritos del cielo, mayor que el ansia que ahora inflamaba su pecho.

Bajó rápidamente a su casa, en la parte central del árbol, llevó unas flores algo de néctar, algunas barras de polen y miel. Vio como los demás de la comunidad corrían o volaban, despavoridos, otros elevaban plegarias a la madre árbol, o al demonio del día. Casi compasivamente los miró y voló hacia el monte.

No había volado la mitad de la noche cuando llegó al fuego, este venía a su encuentro, había bajado al valle por ella. Se acercó, lentamente, todo lo que la deslumbra es temible, el mensajero celeste ardía, rehacía todo a su paso. ella sabía que ardería, dorada como el rayo, como la luna, cálida como el sol en sus alas. y coqueteo con el dorado crepitar de las llamas, le amo, sintió que se sobrecogía.

El fuego parecía llamarla por su nombre, parecía mirarla con ojos de luz, parecía desearla como a nadie en el mundo. ella lo miró, y se abalanzó sobre él.

Otros vieron una mariposa caer al fuego y arder.

Entonces comprendió lo que era el amor, el fuego entró en cada espacio de su cuerpo, cubrió de luz sus alas, su pecho de mujer, entró en su corazón, corrió por sus venas, entró en su cuerpo como un amante sediento de humedad. aunque ella ardía, el placer era intenso, dulce, calido como la caricia que siempre soñó recibir.

En el momento en que el fuego la cubría gimió de placer y fue abrazada completamente por las llamas. miró al cielo, creyó verse danzando eternamente con un daimon rojo y blanco, en una piedra sobre el mar, creyó ver su renacimiento, se vio amando a un hombre mágico con aspecto de flama. sintió que el cielo recorría cada espacio de su ser.

En ese momento supo que el fuego es eterno y que amar es no morir.


261206

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

gracias, precioso

8:45 PM  

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