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Meditabundo, el último Dios
sueña las puestas de sol
como el recuerdo que llama
en la nostalgia del pasado
Entonces, aun en sueños, proclama:
“Vosotras, pequeñas hadas,
ya no habéis de volar
como el martillo no enceguecerá
ni cantará en truenos
que ningún conjuro habrá de hechizar
ni otro dios escogerá doncellas”
Cierra los ojos,
y grita en los truenos
de una tormenta furiosa
apretando sus párpados.
¿Dónde, perdido se encuentre
aquel portentoso hálito de vida
en nuestras manos?
Y al desvanecerse,
en medio de la lluvia,
sentencia:
“Que sentido ha de tener,
dioses del pasado,
si ya nadie
cree en nosotros”.
070297
sueña las puestas de sol
como el recuerdo que llama
en la nostalgia del pasado
Entonces, aun en sueños, proclama:
“Vosotras, pequeñas hadas,
ya no habéis de volar
como el martillo no enceguecerá
ni cantará en truenos
que ningún conjuro habrá de hechizar
ni otro dios escogerá doncellas”
Cierra los ojos,
y grita en los truenos
de una tormenta furiosa
apretando sus párpados.
¿Dónde, perdido se encuentre
aquel portentoso hálito de vida
en nuestras manos?
Y al desvanecerse,
en medio de la lluvia,
sentencia:
“Que sentido ha de tener,
dioses del pasado,
si ya nadie
cree en nosotros”.
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